La raya marinera: ese “je ne se quoi” que regresa cada temporada

La raya marinera: ese “je ne se quoi” que regresa cada temporada

La camiseta a rayas ha navegado desde su nacimiento por infinitas colecciones y armarios, posicionándose como uno de los iconos de vestimenta más atemporales, confortables y, a su vez, glamurosos

Pocas prendas del siglo XIX siguen siendo hoy en día no solo un buen fondo de armario, sino tendencia cada temporada. Es más, la marinière, también conocida como camiseta marinera o de rayas bretón, es uno de los poquísimos diseños que ha logrado convertirse en buque insignia de distintas corrientes estéticas, defendidas tanto por la bohemia como por la burguesía. Iconoclasta, este verano se rodea de toda una serie de aliados navy que nos invitan a zarpar en un viaje con la comodidad como faro.

La camiseta marinera de rayas azules y blancas nació alrededor de 1830, en el seno de las familias de pescadores de Bretaña, para uso de quienes se embarcaban para faenar en el Atlántico. Gracias a su pariente directo, el jersey a rayas en los mismos colores, empezó a navegar a toda vela en 1858 cuando, en pleno Segundo Imperio Francés, pasó a formar parte indispensable del uniforme de los marineros. Según se publicó ese mismo año en el Boletín Oficial de la Armada gala, el uniforme marinero debía constar de un pantalón de pata ancha, una camisa blanca con cuellos azules, abrigo corto de lana y un jersey a rayas. ¿El objetivo? Poder divisar a los marineros si, por desgracia, caían por la borda.

Le Mont Saint Michel

En verano, ese jersey marinero se transformaba en camiseta manteniendo sus 21 rayas como requisito imprescindible. Una raya por cada victoria del emperador Napoleón Bonaparte, personaje estricto hasta la médula que llegó a establecer la anchura de las franjas blancas en 20 milímetros, mientras que las azules debían medir la mitad. Las mujeres, madres y hermanas de los marineros, ya habituadas a remendar redes de pesca, empezaron a tricotar esos jerséis de forma tan tupida que llegaban a ser casi impermeables.

Al promulgarse la ley que incorporaba las marinière al uniforme de la Armada, su demanda fue al alza y los Legallais, una familia del pueblo de Saint James, en la Normandía francesa, fundaron un taller en el que pusieron a la venta modelos con la primera vuelta de timón al jersey marinero: la abertura lateral que facilitaba el “poner y quitar” cuando se estaba trabajando en alta mar o en los tinglados del puerto. En 1889 empezaron a producir también camisetas, ya que su uso se había extendido a flotas de otros países, desde la inglesa a la italiana y la portuguesa. Hoy en día, la firma Saint James sigue vendiendo la que proclaman como la auténtica marinière francesa. Diseños muy parecidos son los que comercializa la marca Le Mont Saint Michel, que homenajea con su nombre a la pequeña isla rocosa del estuario del río Couesnon, también en Normandía, a la que solo se puede acceder sin mojarse los pies cuando baja la marea.

Le Mont Saint Michel

En 1913, cuando Coco Chanel abrió su primera tienda homónima en la rue Gontaut-Biron, en Deauville, rodeada de casinos y lujosas viviendas para franceses y belgas adinerados, la marinière empezó a empaparse de un sinónimo que, dejando al lado algunas versiones grunge, siempre la ha acompañado: chic. En su firme apuesta por liberar a la mujer de las imposiciones de la época, desde el corsé a la prohibición de llevar pantalones o usar vestidos negros en una fiesta, la célebre diseñadora empezó a lucir y, consecuentemente a vender, camisetas de rayas que aderezaba con collares de perlas, sombreros de ala ancha con plumas y blazers holgados.

Para 1915, cuando abrió su segunda tienda en Biarritz, tenía ya claro que esa camiseta azul y blanca iba a ser el hilo de pesca de su colección náutica, lanzada en 1917 y que incluía una serie de prendas de ropa deportiva de punto, material que hasta entonces se había utilizado para fabricar ropa interior masculina. Un enfoque que revolucionó la moda y la relación de las mujeres con su cuerpo. El éxito fue inmediato y el atuendo marinero se convirtió en el favorito de la alta sociedad que veraneaba en la Riviera francesa.

Unas décadas después, al desafiar la forma de filmar y contar historias que imperaba hasta el momento, Jean-Luc Godard y François Truffaut buscaron otro tipo de musas. Al igual que había sucedido con la moda británica, que encontró en Twiggy y Jean Shrimpton la imagen de una joven diferente a la belleza clásica que hasta entonces llenaba las páginas de las grandes cabeceras de moda, esos grandes cineastas de la Nouvelle Vague dieron popularidad a actrices como Anna Karina, Jeanne Moreau y Jean Seberg quienes, en su vida privada, apostaban por looks relajados inspirados en el vestuario de la gran Coco Chanel.

Audrey Hepburn (alrededor de 1955). (Photo by Pictorial Parade/Hulton Archive/Getty Images)

Revistas como Paris Match o Cahiérs du Cinema empezaron a publicar imágenes en las que, por ejemplo, Seberg aparecía con un corte de pelo pixie, unos pantalones chinos y una camiseta a rayas. Así, la marinière empezó a convertirse en protagonista en el mundo del celuloide, al ser escogida por actrices como Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Natalie Wood y Elizabeth Taylor, entre otras. “Brigitte Bardot es el bastión que separa realmente el antes y el después de la camiseta de rayas en el mundo del cine. Cuando se la puso quedó claro que la prenda no sería vista nunca más como algo bohemio. Trascendió toda escala social e incluso toda voluntad estética. Todas las actrices y celebrities de la época empezaron a llevarla, buscando ese romanticismo desenfadado, ese je ne se quoi que se asocia a la belleza gala y que también han demostrado poseer Charlotte Gainbsurg, Inés de la Fressange y Vanessa Paradis”, explica Joanne Kralin, profesora del departamento de Fashion Design de la prestigiosa Parsons School of Design en Nueva York.

Brigitte Bardot (1958 / Photo by United Artists/Archive Photos/Getty Images)

“Kate Moss, Sarah Jessica Parker y más recientemente Olivia Palermo, Taylor Swift o Sienna Miller han tenido siempre a Francia como un deseado segundo hogar e idolatran esa vida relajada frente al mar, al estilo de Jean Birkin, quien popularizó también a los compañeros infalibles de la camiseta de rayas: la cesta de mimbre y las espadrilles o alpargatas”, añade Kralin.

Jane Birkin y Serge Gainsbourg (1946-). (Photo by: Photo12/Universal Images Group via Getty Images)

Desde su nacimiento, la firma Castañer ha logrado unir el mundo de la alpargata tradicional con la pasarela. Cada temporada ofrece una serie de modelos perennes junto a nuevos diseños, tanto planos como con cuña, con las rayas marineras o los colores de la navegación bretona en su carta de color.

Le Male – Campaña Jean Paul Gaultier, inspirada en el traje de marinero de la Armada francesa – copyright GorkaPostigo

La camiseta a rayas en versión masculina tuvo en los años veinte como gran protagonista a Pablo Picasso para luego, en los setenta, ser parte de la aclamada colección Rive Gauche de Yves Saint Laurent y, ya en los ochenta, convertirse en emblema de Jean Paul Gaultier, quien incluso la empleó para el diseño de su línea de perfumes y posteriormente cosmética Le Male. “Gaultier se inspiró en la película Querelle de Rainer Werner Fassbinder para lanzar este perfume que, desde 1993, no ha dejado de ser uno de los más vendidos. El diseñador francés encontró en la película del cineasta alemán y en el papel encarnado por Brad David la inspiración para su particular visión, muy masculina, homosexual y voluptuosa, de la marinière. Cada año, en verano y Navidades, se lanza al mercado una nueva versión de este perfume que luego tuvo su versión femenina y todavía actualmente su eco en las colecciones de moda del genio galo”, expone Jaume Vidiella, estilista de perfumes y director de la Escuela de las Artes y Técnicas de la Moda (EATM) en Barcelona.

Huarte Ugo Camera – Colección The Lighthouse

Esta temporada Huarte ha lanzado la colección The Lighthouse, en la que el código clásico marinero para hombre ha tomado un rumbo contemporáneo en una serie de pantalones, sombreros, rebecas y camisetas.

En los armarios de hoy, la raya marinera aparece con distintas opciones a nivel de color y de anchura. Cuanto más fina sea la raya, menor volumen y amplitud aporta a la silueta de nuestro cuerpo. Por el contrario, si la raya es más ancha, ópticamente nos resta altura. “Una buena opción es jugar con el tipo de mangas. Si tienes una espalda más estrecha que tus caderas, un escote barca con una buena manga montada armonizará tu estructura corporal. Para quienes tienen las espaldas muy anchas y la cadera estrecha, una manga caída, como su nombre indica, suavizará ese triángulo invertido, logrando así una figura más esbelta”, aconseja Montse Guals, socia directora del gabinete Quémepongo y profesora de asesoría de imagen en la escuela de moda EATM.

María de la Orden

Para mujer, la raya marinera ha llegado esta temporada a vestidos y jerséis como los de Maria de La Orden, a las propuestas swimwear de marcas ecosostenibles como Bohodot y Wild&Salty, a camisas, bodies, camisetas y pantalones de Yerse, Ilora, la Veste y Mus&Bombon, y, a juego con todo ello, en las marcas de accesorios BPCR y Curated by.

Bohodot – Colección verano 2021

“Dada su geografía, Portugal tiene un vínculo con el mar como pocos países, lo que se refleja en sus tradiciones, también a nivel de vestuario. Firmas que desfilan en la semana de la moda Portugal Fashion, como Maria Gambina y Carolina Sobral han hecho del Atlántico y las playas portuguesas motivo de varias de sus propuestas para mujer”, expone Monica Neto, directora de la corporación Portugal Fashion que se dedica desde 1995 a potenciar el diseño luso.

Sita Murt – colección verano 2021

París no tiene mar, pero siempre que evocamos la imagen de la chica parisina la vemos con camiseta de rayas. Así funciona la iconografía y no hay duda de que el alma navegante de la marinière sabe surcar las tendencias desde hace siglos.

 

by Anna Tomàs 

Foto cover: Tricot – Saint James
Créditos: Magazine La Vanguardia

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