Fashion Night Out

Fashion Night Out

People will try to define you and put you in a box. Fashion is no exception to this rule.

Todo empezó una tarde en Ann Arbor. Érase una vez una treintañera que deambulaba por las callejuelas de esta deliciosa ciudad norteamericana cuando una eminencia en moda y marketing, José Antonio Guerrero, al que ella había entrevistado en diversas ocasiones para el suplemento Estilos de Vida (ES), de La Vanguardia, le preguntó: “¿Cuándo te vas a lanzar a la docencia?”. Ella, o sea yo, llevaba varias calabazas en su totebag y se quedó pasmada ante su blackberry…. ¿Quoi? ¿Cosa? ¿Qué? Ser profe. Locura, Le malade imaginaire (Molière). Recuerdo escribir un whatsapp a amigas diciendo: “¿Os podéis imaginar que me han impulsado a ser profesora?”. Nunca creí serlo. Es más, estudiante empollona y persona nerviosa y perfeccionista, no creí que jamás podría dar la talla en tal profesión. Meses después, Josephine Hall dejaba el Istituto Europeo di Design (IED) de Barcelona, en el BA de Westminster, para vivir en Ámsterdam. Una vacante en History of Fashion: clases en inglés a dar a partir de mi década preferida del siglo pasado, los swinging sixties. Recibí el mail de José y me senté junto a una copa de vino blanco y reflexioné. Impulsiva, amante del puenting profesional (así lo llamo yo) y testaruda bolchevique de la rutina (entiendo que no comprendáis la expresión, soy amante de crear neologismos estúpidos, así como de hablar y darme cuenta que hago, sin cesar, pareados no deseados), me dije: “Son sólo seis meses y es una experiencia desconocida”. Dos minutos después (o quizás menos, esa soy yo), ya había dicho “sí”.

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Primera clase: Temblar, una botella de agua que casi cae en mitad de la clase y causa estragos a la primera fila, un power point del que me siento sumamente orgullosa…

Segunda y tercera clase: Disfrutar. Bailar y aprender de mis alumnos. Explicar la historia de la moda: porque nada en esa trayectoria estilística se escapa a la evolución política y económica de la sociedad. Hacerse preguntas. Mirar libros, releer, buscar canciones y películas. En fin: levantarse cada día de History of Fashion con una sonrisa que ha causado algunas arrugas (espero y río de ello) de expresión. Joie de vivre.

De eso hará ya tres años. Ahora soy profesora e incluso supervisora de tesis y asistente técnica del título superior en Moda y Estilismo del IED Barcelona.

No tengo palabras (me cuesta creerlo, pues adoro teclear sin cesar) para describir el placer y la ilusión de ser docente. Compartir, exponer, crecer… Y ver talento y talento y alentarlo. Es así como el pasado día de San Esteban estuve presente en el desfile de Mireia Vidal, alumna mía de Level 4 de Contemporary Fashion and Trends del BA Honours de Fashion Design (gracias a Julia Weems y Pilar Pasamontes, de quienes aprendo a diario).

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Mireia es ya todo un success, que decimos en inglés. Su pasión por la moda y el diseño nació bien temprano: “Todo empezó cuando tenía 12 años. Mi abuela nos iba a hacer un disfraz de Carnaval y en la tienda a la que acudimos para comprar la tela había un anuncio de cursos de costura para jóvenes. Me apunté. Mi primera entrega: un delantal de cocina. Nunca habría pensado que un delantal pudiera tener tanto éxito entre amigos y familia. En éxtasis creativo, decidí empezar a hacer más y venderlos en ferias. Con el dinero de las ventas, me compré mi primera máquina de coser”.

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Un año después, un amigo de Mireia, fotógrafo, decidió invitarla a participar en un proyecto suyo, fotografiar una colección cápsula – una editorial de moda. Cuatro o cinco looks para enviar a revistas y prensa. Así fue, y sí, fueron felices y comieron perdices cuando les llamó el alcalde de Girona. Les propuso, nada más ni nada menos, que hacer un desfile benéfico con la colección de ropa que Mireia había creado y cosido, aguja en mano, para ese proyecto fotográfico.

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El desfile tuvo lugar en el Teatro Municipal de Girona y de cuatro o cinco, la colección pasó a contar con 54 looks, hombre y mujer, ideados y confeccionados en tan sólo 3 meses e inspirados en los looks pin-up americanos de los años cincuenta. Existazo absoluto. ¿O acaso no lo es que incluso tengas conexión en directo con un canal de televisión de San Francisco?

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La segunda colección de Mireia no tardaría… Y esta vez la joven diseñadora se inspiró en el mundo de las ilusiones. Ilusión o realidad. Y seamos o no monárquicos (no lo soy en absoluto), que te soliciten idear y coser un prenda para la reina de tu país debe ser un pseudo paro cardíaco. Una amiga de Mireia, colaboradora en el programa “Fem tendències”, de Ràdio Girona, le pidió un vestido para una gala a la que iba a asistir y cuyos premios otorgan los reyes de España. Entre bastidores, la periodista le contó a la reina que el vestido lo había hecho su amiga, la diseñadora Mireia Vidal. Pocos días después, mi alumna, la dulce y sonriente, además de tenaz y visionaria, Mireia, recibía un encargo de la casa real: un vestido para doña Letizia. Entregado con pasión y recibido con amor y admiración.

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Sí. He sido la profesora de Mireia Vidal. Ella me sonreía cada día y me ayudaba a creer en mí. Mireia es chispeante, dulce y dedicada. Nada mejor, ante tal privilegio, que acudir a su desfile el pasado 26 de diciembre en la discoteca Shôko de Barcelona.

Tapas de sushi, un teddy bear de regalo en homenaje a otro gran potencial como @dgraus y el desfile, breathtaking (y tuneado, en modo navideño, sólo para dicha ocasión), de la colección “Il·lusions”.

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Me pregunto qué es ser profesora. Sólo hallo una respuesta: Gracias a todos y a ti, Mireia, tesoro, por dejarme formar parte de vuestro recorrido.

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